El caudillo Jorge Eliécer Gaitan, en apartes de un discurso pronunciado en 1946, cuando se debatía sobre estrategias para la reconquista del poder por parte del partido liberal, dijo: “ Desde luego si nuestra concepción de la política fuera la de su simple aspecto inmediato, transeúnte y mecánico; si nuestra concepción de la política se encerrara en el estrecho cerco de las habilidades tendenciosas, malabaristas y exiguas, que suele en veces ser el contenido de propósitos de almas a las cuales les falta el impulso de hondas y grandes palpitaciones; si la política para nosotros fuera tan solo la manera de encuadrar las fuerzas, con la perspectiva de logros inmediatos, para los intereses económicos o los intereses personales o simplemente electorales de pequeñas camarillas, podría haber razón para desconciertos y desánimos. Pero como esa no es, ni puede ser, la perspectiva ni la visión, como otra muy distinta es y tiene que ser, entonces no cabe el quebrantamiento de la voluntad, ni el recortamiento de los ideales predicados, ni la cesación de la batalla, en la cual no hemos tenido desfallecimiento y estamos seguros de que no vamos a tenerlo en lo futuro.”
Del texto anterior extraemos varios conceptos que tienen gran valor ético y político, los cuales después de cincuenta (50) años se encuentran vigentes, decía Gaitan que el ejercicio de la política no podía obedecer a objetivos instantáneos, ni maquinales. Que la política no podía circunscribirse a componendas realizadas por individuos de bajo talante con el fin de conseguir sus propósitos individuales. Desafortunadamente para la costa caribe estos principios esbozados por el caudillo colombiano, fueron ignorados por la mayoría de personajes que han incursionado en la política, de ahí el desprestigio de esta noble actividad humana.
En la costa caribe la política se oriento a la mecánica electoral (clientelismo y compra de votos) para la obtención de curules en las corporaciones publicas con el fin de asegurar el poder sobre la cosa publica para las contrataciones, sin tener en cuenta las necesidades insastifechas de la población, en las postulaciones a los cargos de elección popular prevalecieron la consanguinidad, antes que la formación profesional y ética de los candidatos, de ahí los desempeños insulsos en el congreso de la republica que ocasionaron irremediablemente que toda la clase dirigente de la región sea estigmatizada como mediocre.
Una evidencia es la otrora elección en el concejo de Cartagena y la asamblea de Bolívar de familiares de congresistas que no saben que hacer o que se mantienen en esas instituciones sin opinión, ni gestión alguna, y los mas grave es que con las reformas al estado el poder burocrático que sustentaba el clientelismo decreció, obligando a los seudos políticos a buscar alternativas peores como financistas de campañas a quien empeñaban las administraciones de los entes territoriales.
La clase política de Cartagena, Bolívar y la costa en general tiene la imperiosa necesidad de reivindicar su accionar, abandonando las costumbres de dimensionar el interés particular sobre el general, en esta época la política tiene que dejar de ser: empresas familiares o casas electorales para convertirse en un encuentro de voluntades y de ideologías con liderazgo donde se visione el desarrollo integral de las comunidades; de lo contrario la misma dinámica de la política, empujada por los cambios sociales los retirara de la palestra publica.
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