lunes, 26 de julio de 2010

Dejar hacer, dejar pasar y luego criticar.

Dejar hacer, dejar pasar y luego criticar.
Por: Bernardo Romero Parra.
P.U. Comunicación Social Periodismo.

“Dejar hacer, dejar pasar" es una frase del Francés Jean-Claude Marie Vicent de Gournay que se refería a la teoría en economía que plantea reducir drásticamente la influencia de los gobiernos empezando por abstenerse de participar en la economía, esa expresión también ha sido adoptada por los filósofos, sicólogos, sociólogos y demás investigadores del comportamiento humano atribuyéndola a la situación donde el individuo asaltado por las dudas e incapacidades no encuentra el camino que lo lleve a tomar decisiones con la seguridad de ser correctas, en ese momento es aconsejable hacer una pausa dejando que otros tengan la iniciativa para la resolución de determinada circunstancia.
Sin embargo a pesar de lo recomendable de esa aptitud, no podemos actuar permanentemente dejando hacer, dejando pasar las cosas, porque indefectiblemente nos convertimos en seres indiferentes, abstencionistas que abusamos de la caridad y buena fe de los demás haciendo que otros asuman las responsabilidades que nos corresponden. Si bien es cierto que los seres humanos contamos con la dimensión de ser social que facilita la convivencia y apoyo mutuo entre las personas, como complemento a las carencias que poseemos, no podemos desconocer que tampoco podemos convertirnos en una carga para la sociedad.
Según nuestro concepto la comunidad modelo esta conformada por un grupo de personas conscientes de pertenecer a una unidad social en la cual todos actúan compartiendo características comunes para alcanzar mejores niveles de vida individual y colectiva; significa la disposición de sus integrantes a compartir cualidades para superar las necesidades. Cuando pertenecemos a una organización social como la familia, surgen en la vida cotidiana aquellas maneras de comportarse que afectan la armonía de la convivencia, produciendo que busquemos el goce de beneficios con el menor esfuerzo posible por ejemplo: el egoísmo. Individualismo, comodismo, oportunismo, inmovilismo y toda clase de adjetivos que denotan deficiencias morales en las personas, las cuales le impiden aportar positivamente a los objetivos colectivos de alcanzar mayores niveles de desarrollo humano, por lo que el corregir esa clase de conductas es un reto para la persona que tiene voluntad de avanzar en la escala de la superación humana.
En el ejercicio de la meditación que debemos practicar constantemente, es bueno revisar si estamos Dejando Pasar, Dejando Hacer no como una estrategia de soslayar los problemas para luego solucionarlos como aconseja el autor Dale Carnegie, si no la parálisis o la evasión producida por el abrazo de los miedos y temores que detienen nuestra actividad o funcionamiento en cualquier proceso, ante esa manera de comportarse es preciso adoptar nuevas formas de enfrentarnos a las dificultades como:
1. Trabajar en equipo, reconociendo el liderazgo que otras personas pueden tener en determinadas ocasiones, sumándonos, realizando los aportes de que dispongamos
Para la resolución de los conflictos.
2. Actuar identificando nuestros deberes frente a la situación que se nos presente.
3. Descubrir nuestras debilidades y potencialidades.
4. Reconocer el valor al esfuerzo ajeno, expresando voces de gratitud.
5. Tener una dignidad crecida, definida como el tener una alta percepción de autorespeto y autoestima.
En toda ocasión es conveniente reflexionar antes de actuar, como requisito previo para participar, lo que no podemos es acostumbrarnos a Dejar Pasar, Dejar Hacer y luego, si lo resultados no son los esperados; criticar y si son buenos callar.

sábado, 17 de julio de 2010

Acres de Diamantes en Cartagena




Por: Bernardo Romero Parra
P.U. Comunicación Social Periodismo

En el libro Acres de Diamantes de Russell H. Conwell Se cuenta la historia de Ali Hafed un anciano Persa que vivía en las proximidades del Indus. Tenía dinero, era rico y estaba satisfecho. Satisfecho por que era rico y rico porque estaba satisfecho. Poseía un gran territorio agrícola. Tenía huertas, campos de cereales, y jardines Tenía dinero, era rico y estaba satisfecho. Satisfecho por que era rico y rico porque estaba satisfecho.
Un día, el viejo agricultor persa recibió la visita de un anciano sacerdote budista, un sabio de Oriente que le hablo de la creación del mundo, llegando al tema de los orígenes de los diamantes, los cuales definía como “gotas de luz solar, congelada”, gemas de inmenso valor económico, El viejo sacerdote dijo a Ali Hafed que si él poseía un diamante tan grande como una pulgada, él podría comprar el condado, y que si poseía una mina de diamantes, podría asegurar a sus hijos sobre los reinos gracias a la influencia que le daría su gran riqueza. Esa noche Ali Hafed, se ilusiono con poseer diamantes. Quería encontrar diamantes para ser inmensamente rico, entonces vende todas sus propiedades para emprender un largo viaje en busca de diamantes, sin ningún éxito por lo que recorre varios países hasta gastarse todo su dinero y convertirse en un hombre andrajoso y harapiento, situación que lo lleva al suicidio. Mientras eso sucedía en el territorio agrícola que vendió Ali Hafed, su nuevo propietario encontró una piedra negra que tenía un ojo tan luminoso que reflejaba todas los matices del arco iris, luego el sacerdote budista, el mismo que había aconsejado a Ali Hafed, confirmaría que era un diamante y buscaron en el jardín y sus alrededores encontrados millares de piedras similares.

Como mensaje el autor nos señala que todos disponemos de un potencial que puede hacernos ricos y demasiado a menudo nos empeñamos en buscar tesoros exteriores que no son más que espejismos que nos distraen de lo esencial. En este pequeño gran libro, Conwell nos descubre que la auténtica grandeza consiste en hacer grandes cosas con escasos medios y en conseguir alcanzar las más elevadas metas partiendo de lo que disponemos.

He traído esta historia para reflexionar sobre algunos hechos antiguos y recientes que vienen sucediendo en Cartagena, cuando algunas personas e instituciones prefieren apreciar los valores de los foráneos y en una acción egoísta deciden desconocer nuestros propios valores, pretendiendo inclusive exiliar a quienes se destacan por poseer cualidades y atributos especiales que han construido con esfuerzo, sacrificio, dedicación y servicio a la comunidad.

Menos mal que indefectiblemente hay excepciones a la regla y todavía en Cartagena existen personas e instituciones que despojadas de cualquier inferioridad moral y en pleno ejercicio de su Cartageneidad; valoran el quehacer de sus conciudadanos, lo apoyan y estimulan sin ninguna clase de discriminación, contribuyendo de esa manera a la construcción de una sola Cartagena.