domingo, 5 de septiembre de 2010

En Cartagena: la Policía no puede tirar la toalla.

En Cartagena: la Policía no puede tirar la toalla.
Por: Bernardo Romero Parra
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P.U. Comunicación Social Periodismo.
Diplomado en Gestión de la Participación Ciudadana
Universidad Nacional del Litoral Argentina.
Al solicitarle explicación al Comandante de un CAI de la Policía en Cartagena, del porque la pasividad de algunos patrulleros bajo su mando, quienes no atendieron las llamadas de la comunidad denunciando a un vecino que perturbaba la tranquilidad ajena con el alto volumen de su “equipo de sonido” compuesto de cuatro cajas, con parlantes de 15”, este respondió lo siguiente. –Mire una persona en su casa puede hacer lo que le de la gana y la policía no puede hacer nada.- también pregunto que si eran cartageneros, por lo que no debían ser intolerantes ante los festejos desmedidos del vecino, porque eso es parte de esta cultura-.

Un ciudadano denuncio que: “En la villa Olímpica, están desmantelando los escenarios deportivos como las instalaciones de la piscina, donde enfrente hay un CAI de Policía, pero los patrulleros no hacen nada esperando que la gente vaya a poner el denuncio de los robos”; al otro lado de la acera diagonal a un CAI (a menos de 10 metros de distancia) permanece un vehículo parqueado por mas de doce (12) horas en pleno espacio publico poniendo en riesgo la vida de los peatones, y los policías dicen que no pueden hacer nada, pues no es función de ellos; en diferentes sectores la comunidad se queja de la no captura por parte de la policía de sujetos que son cogidos infraganti en la comisión de un delito, los patrulleros aducen que lo han capturado varias veces y los jueces lo ponen en libertad; un rumor conocido en sectores populares es que algunos policías, no atienden los llamados en el caso de las riñas de pandillas diciendo.- déjenlos que se maten, que después vamos a recoger los muertos.-

Los hechos narrados anteriormente evidencian la falta de disposición de algunos miembros de la policía metropolitana de Cartagena para actuar ante factores que alteren la tranquilidad y convivencia pacifica que como ciudadanos tenemos el derecho a gozar, incumpliendo sus deberes como servidores de una institución publica que tiene como fin primordial el mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas, y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz, según el articulo 218 de la Constitución Nacional. Esta situación reclama urgentemente la intervención de las autoridades civiles y de los altos mandos de la misma institución policial, para comprobar el número de sus integrantes que tienen ese comportamiento, con el fin de aplicar las estrategias que permitan recobrar la mística del buen policía que inspira en la comunidad respeto, confianza y seguridad.


De acuerdo a las condiciones de violencia, criminalidad y perturbación de la tranquilidad que vive Cartagena, se necesita un policía profesional en seguridad, que actué oficiosamente, tenga sentido de pertenencia por su institución y la ciudad donde labora, con amplia instrucción en relaciones humanas y gestión social que facilite el acompañamiento de proyectos sociales con las organizaciones comunitarias como las Juntas de acción Comunal que den respuestas a problemas colectivos y permitan el cambio de aptitud de la población de complicidad ante el delito por el de respeto y colaboración con las autoridades, los cuales conformarían comandos cívico-policiales de gestión social.

Con la puesta en práctica de esta clase de proyectos se podrían intervenir comunidades que hoy en Cartagena están bajo el control de la delincuencia común y organizada, donde los habitantes viven expuestos a toda clase de vejámenes y los ciudadanos de otros sectores no los pueden transitar libremente por el riesgo de sufrir algún ataque. De lo contrario la delincuencia avanzaría dominando mas población y territorio o los vecinos al sentirse desamparados por las autoridades y cansados de padecer esta situación podrían intentar tomar la justicia por sus propias manos, como se anuncio en carteles en el barrio La candelaria; lo que desafortunadamente acrecentaría el conflicto.